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El viaje de un innovador: iniciarse en la agrotecnología

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A pocos kilómetros al norte del aeropuerto londinense de Heathrow, encontrará un semillero de innovación. En los años sesenta, el centro de Hayes, en el oeste de Londres, fue la sede de la división de investigación y desarrollo de EMI, en la que científicos e inventores trabajaron en innovaciones como el sonido estéreo y el radar aerotransportado.

Actualmente, es la sede del Laboratorio Central de Investigación (CRL, por sus siglas en inglés), un espacio dedicado al coworking tecnológico y un acelerador de diseño de hardware. Las empresas emergentes —que suelen trabajar con una amplia gama de tecnologías, desde la agrotecnología hasta los materiales de construcción— se benefician de un programa de seis meses que fomenta la aceleración empresarial. Los innovadores reciben ayuda para convertir la idea de un producto en un buen plan de negocio, buscar financiación y producir un prototipo. Comprometida a largo plazo para apoyar la innovación, Mouser se ha asociado con CRL y aporta financiación, apoyo a la innovación y acceso a una red de conocimientos técnicos de proveedores de componentes electrónicos líderes del sector.
Muddy Machines es una de las empresas emergentes que se han beneficiado del programa de aceleración del CRL. La empresa está creando innovadores robots agrícolas para ayudar a combatir la escasez de mano de obra para la recolección en el Reino Unido. La necesidad surgió a raíz de la falta de recolectores de espárragos en el Reino Unido, aunque este problema también afecta a muchas otras cosechas en numerosos países del mundo, por lo que sus aplicaciones son innumerables.

Captar el momento clave
Se dice que todos llevamos un inventor dentro. ¿Alguna vez ha encontrado un vacío en el mercado, ha buscado algo que todavía no existe? Plasmar esa idea, desarrollarla y lanzarla al mercado supone un reto enorme, por lo que no es de extrañar que apenas una pequeña fracción de las ideas lleguen a comercializarse. Desarrollar una idea de negocio hasta convertirla en un prototipo, y luego crear una empresa para producirlo, comercializarlo y venderlo, requiere numerosas competencias, más de las que una sola persona suele tener.
Para el director general y cofundador de Muddy Machines, Florian Richter, el deseo de innovar empezó cuando su familia compró una granja destartalada en Portugal. Tras presenciar el cambio que se fue produciendo a lo largo de los años, el valor potencial que las modernas tecnologías podían aportar a la agricultura suscitó el entusiasmo de Florian. A esas alturas de su carrera, Florian había adquirido una considerable experiencia comercial, pero carecía de conocimientos técnicos. Sin embargo, la providencia cambió su enfoque cuando conoció a Chris Chavasse en Entrepreneur First (un evento para emprendedores) que tuvo lugar en Londres. Chris, cofundador y director técnico, había dedicado su carrera al desarrollado de sistemas robóticos y compartía la misma visión de la agricultura que Florian. Y así nació Muddy Machines.

Los primeros pasos en agrotecnología
Los fundadores dedicaron tiempo a investigar el negocio de la agricultura con el fin de identificar qué retos podría solucionar la tecnología. Tras numerosas conversaciones telefónicas con ganaderos, productores hortícolas y agricultores, quedó patente que, para muchas empresas agrícolas, disponer de una fuente de mano de obra fiable era de suma importancia. Un encuentro casual con el mayor cultivador de espárragos del Reino Unido puso de manifiesto los considerables retos que la recolección selectiva planteaba. Ciertos cultivos requieren que los recolectores sean selectivos en el método de recolección y que solo recojan aquellas partes del producto que ya sean aptas para ser cosechadas y dejen que el resto siga creciendo, por lo que el uso de grandes máquinas no es factible. En el Reino Unido, la recolección del espárrago es un proceso intensivo y selectivo. Con un periodo de recolección relativamente breve —generalmente, de apenas 12 semanas—, una gran cantidad de personas tiene que recorrer continuamente los mismos campos para ir controlando la cosecha. Al igual que todos los cultivos de exteriores, el rendimiento de las cosechas está sujeto a las variaciones meteorológicas, lo que supone un reto a la hora de asegurar la mano de obra.
Florian y Chris decidieron centrar sus esfuerzos innovadores en diseñar un robot capaz de cosechar espárragos. Desde el punto de vista de la robótica, la recolección de espárragos es relativamente sencilla, ya que no están rodeados de hojas. Las varas salen de la tierra verticalmente y se cultivan en hileras en surcos que son accesibles para los robots.

Trabajaron en el apartamento de Chris, imprimieron varas de espárragos en 3D y construyeron algunos prototipos de robots de cuatro ruedas utilizando componentes para aficionados. En un primer momento, el aspecto técnico se centró en el tren motriz del robot —alimentado por batería— y en un mecanismo de recolección de cuatro ejes. Posteriormente, incorporaron una cámara 3D y un algoritmo de aprendizaje automático para detectar las varas y determinar su grado de madurez. Chris y Florian se dieron cuenta de que necesitaban financiación para seguir desarrollando su idea y un prototipo sencillo con el que explicar los conceptos básicos a los potenciales inversores. También llegaron a la conclusión de que el robot cosechador que estaban desarrollando tendría aplicaciones en otros cultivos, lo que aumentaba su mercado potencial.
Continuaron desarrollando el prototipo y, con la ayuda de su cultivador de espárragos, pudieron acceder a cultivos para experimentar de primera mano los retos físicos a los que el robot tendría que enfrentarse. Los surcos eran más irregulares de lo que habían previsto y las pistas de acceso solían verse arrastradas cuando las precipitaciones eran intensas.
Cada vez resultaba más evidente que necesitaban mayores conocimientos técnicos y empresariales para mantener el impulso que Florian y Chris habían iniciado con Muddy Machines.
Muddy Machines se inscribió en un programa de aceleración del CRL y, dado que el apartamento de Chris resultaba insuficiente, se trasladaron a las instalaciones que Hayes tiene para empresas emergentes.

Los avances de Muddy Machines en el CRL
Gracias a los conocimientos en materia de ingeniería disponibles en el CRL, avanzaron en el prototipo de robot utilizando un algoritmo de red neuronal para la identificación de la vara, un ordenador de placa única que pudiera ejecutar todas las aplicaciones, una gestión energética mejorada y un tren motriz eléctrico. La duración de las baterías se amplió de una a 16 horas, aunque el peso de toda la carga útil constituía un máximo para las baterías. Dirigieron sus esfuerzos a la consecución de un tren motriz de baja velocidad y un par elevado que se adaptara a las irregularidades del terreno.
A medida que los prototipos de los robots se fueron probando sobre el terreno, los fundadores pensaron en cómo comercializar las máquinas cosechadoras. En vez de comercializarlos directamente, decidieron suministrar los robots como un servicio, cuyo pago se basaría en una tarifa por kilo de producto recolectado. Esto se parece mucho a la estructura de costes existente, por lo que un contrato de servicios les resultaba más atractivo. Para Muddy Machines, esto tenía la ventaja adicional de que, una vez finalizada la cosecha de espárragos, podían readaptar las máquinas para la recolección de otros cultivos selectivos de temporada. Así, los robots se usan continuamente y generan ingresos durante las distintas temporadas de cosecha.

Mirando hacia el futuro
El equipo del CRL siguió contribuyendo a las reuniones de planificación durante el desarrollo del producto y prestando servicios de apoyo empresarial cuando era necesario. Florian, el director general y cofundador de Muddy Machines, destaca: «Trabajar con el CRL nos hizo sentir como una organización más grande de lo que éramos, con un equipo de especialistas y expertos a nuestra disposición».
Pese a los continuos problemas de suministro de componentes a los que se enfrenta toda la industria electrónica, Muddy Machines tiene previsto implantar robots recolectores en la próxima temporada de espárragos. También están colaborando con los productores para aprovechar los conocimientos de gran valor que se generan durante el proceso de cosecha, como la previsión del rendimiento, la salud de las plantas y la fenotipificación.
Muddy Machines es solo una de las empresas emergentes que se benefician del programa de aceleración del CRL, pero los lectores encontrarán aquí ejemplos de otras empresas.
La asociación de Mouser con el CRL es una relación mutuamente beneficiosa, ya que las empresas emergentes se benefician del apoyo y la experiencia en materia de electrónica que Mouser les ofrece, a la vez que Mouser puede tomarle el pulso a la innovación, así como mantener a la vista y comprender los nuevos avances tecnológicos y los retos empresariales que afectarán a los clientes y las ventas de todo el mundo. Los entornos de colaboración de este tipo son una solución regenerativa para los retos de la ingeniería, pues fomentan la innovación en equipo.

 

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